
Aunque nadie ha dicho nada, lo que pone en duda nuestra capacidad de convocatoria, conviene dar una explicación.
Ha sido larga la ausencia. Se debió a varias cosas, pero especialmente a la entrada de los ladrones a la casa del bloguero. Con el computador se fué la mayoría de las fotos. Con el tiempo se fue la sensación de abuso y violación que deja un robo, y aquí estamos otra vez. Esperamos que las ausencias futuras se deban a mejores razones y no sean tan largas.
Nuestra última entrada fue sobre los camuros, como un renglón productivo importante de Ondeyó. Han pasado varias cosas en el entretanto. Primero, la visita de los perros de un vecino. Los compraron para cuidar su ganado, pero no les dijeron que el de los demás no estaba a su disposición. Atacaron el lote de camuras fruto de varios años de selección, para el mejoramiento genético del aprisco. Estaban destinadas a emparentarse con el macho Dorper que compramos llegó hace poco. Al final, hubo que aliviar definitivamente a las que sobrevivieron al ataque. Después de la intención inicial de asumir los costos inmediatos del daño, vinieron la negativa, la tensión, las ofensas y finalmente tenemos un amigo menos en el vecindario.
Lo ocurrido con el proyecto de mejoramiento del aprisco y el análisis de costos nos ha llevado a replantear ese proyecto. En conclusión, se reduce el aprisco, se mantiene la aspiración de producir y vender animales de calidad cada vez mejor, y otros proyectos adquieren mayor importancia.
Otro suceso importante en estos meses fue la muerte de Carlota. En una entrada anterior la presentamos y dijimos que luchaba por conservar su predominancia ante la presencia cada vez más importante de Yidis. Pues finalmente, la vejez le ganó, perdió los dientes y se aceleró el decaimiento. Un día dejó de comer y todo fue corto en adelante.